Cigarro

Soy un cigarro, no un cigarro cualquiera, un cigarro de tabaco suave y caro. Él me toma y con sus dedos me aprieta y me lleva a su boca. Puedo sentir las caricias de sus labios que me inhala y me excita. Poco a poco me voy consumiendo. Y con la adrenalina de su respiración, mi libido aumenta y las cenizas se calientan tal cual metal al sol. Siete minutos después, él satisfecho y yo muerta, me tira al piso y con la zuela de su zapato me apaga lentamente. Pero feliz de que el humo de nuestro amor quede impregnado en sus pulmones de por vida.